La poca iluminación que había
y la hinchazón de mis ojos me impedían ver con claridad, pero el chico
cada vez estaba más cerca, corría hacia mí, iba con unos pantalones de
media rodilla para hacer deporte y llevaba una chaqueta con la capucha
puesta, seguramente vendría de hacer footing. Me levanté para poder
verle mejor y cuando vi su cara corrí hacia él, necesitaba un abrazo y
hacía bastante que él no me daba uno. Se paró confundido al ver que
corría hacia él y antes de que pudiese reconocerme ya había rodeado su
cuello con mis brazos.
-¿Andrea? ¿Qué ocurre? –Me preguntó chillando
La
lluvia era uno de los factores que hacía que no nos escuchásemos con
claridad por lo que nos obligaba a chillar en medio de la carretera.
-Andrea,
tranquilízate –Dijo retirándome de su pecho y cogiendo mi cara entre
sus manos -¿Te has visto? Estás empapada, vamos a casa. Espera ponte
esto, está algo mojado pero bueno
Se quitó la chaqueta y se quedó con una camiseta de manga corta.
-Gracias Jamie
Pasó su brazo por encima de mi hombro y me empujó rápidamente hacia la casa.
-¿No tienes llave?
Negué con la cabeza.
-Joder –Dijo mientras se metía las manos en los bolsillos.
-¿Tú tampoco?
-He debido perderla, pero tranquila, aquí está la de repuesto
Levantó
un pequeño ladrillo que había en el suelo y sacó la llave. Abrió la
puerta y yo fui la primera en entrar, estaba calada hasta los huesos. Me
giré y le abracé con todas mis fuerzas, nuestra ropa estaba empapada y
las camisetas se pegaban.
-¿Qué ha pasado?
-Za… Zay…
Las
lágrimas no me dejaban hablar, tenía esa sensación que experimentas
cuando acabas de dejar de llorar y alguien te abraza fuerte, entonces
todas las lágrimas que habías reprimido con trabajo se liberan, así,
como si nada, se te escapan y eres incapaz de controlarlo, de hacerlo
parar.
-Si no te tranquilizas no te entiendo
No
sabía que decir, deseaba con todo mi alma contarle lo que había pasado,
pero las palabras no me salían, solo podía limitarme a llorar y esperar
un milagro que hiciese que me entendiera.
-Está bien, vete a quitarte un poco la ropa mojada, voy a prepararte un baño
-Pero…
-Calla, vas a caer enferma
Asentí
con la cabeza y subí las escaleras. Estaba tiritando, me metí en la
habitación para quitarme la ropa. Era complicado, porque no sólo me
temblaba el pulso sino que la ropa se me había adherido al cuerpo.
Finalmente conseguí quitármela, me puse el albornoz, encendí el tmóvil y
esta vez si funcionaba, lo guardé en el bolsillo del albornoz y fui
hacia el baño, eché el pestillo y mientras me limpiaba algunas lágrimas
me di cuenta de que Jamie había llenado la bañera hasta arriba, tanto
que incluso me daba miedo que al meterme se desbordara. Metí con cuidado
la punta del pie y noté como el calor se propagaba fugaz por mi cuerpo,
como al encender la pólvora de un petardo, la mecha prende y en un
abrir y cerrar de ojos ¡ZAS! Lo único que queda es humo y polvo.
Perdí
la noción del tiempo, no sabía cuanto tiempo llevaba ahí metida,
llorando y maldiciéndome pero el agua ya estaba fría y mi piel estaba
arrugada. Quité el tapón y salí de la bañera, me puse la toalla y cuando
estaba más o menos seca me empecé a vestir.
-Andrea, ¿Te queda mucho?
-No, enseguida salgo
Dejé
que mi espalda, apoyada en la pared, resbalara hasta hacerme tocar el
suelo. Volví a llorar, a derramar mis lágrimas por Zayn, ya había
perdido la cuenta de las veces que había llorado por él, sin duda, más
que por cualquier otra persona. Me levanté poco a poco, no quería que
Jamie se preocupara. Colgué la toalla y cogí el albornoz, entonces el
móvil cayó al suelo y me agaché a recogerlo. Miré tímida la pantalla y
lo vi que Zayn me estaba llamando,
la ira recorrió mi cuerpo tiré el móvil contra el suelo, le pegué
patadas hasta que lo perdí de vista, me apoyé en el lavamanos y comprobé
lo deteriorada que estaba, tenía los ojos tan hinchados que me costaba
abrirlos y la cara la tenía roja, pero eso no era lo más importante, me
estaba viendo por dentro, estaba viendo como una a una las mariposas de
mi estómago iban pasando a ser murciélagos, como cada sentimiento
relacionado con Zayn se escapaba, como todo los colores vivos, se
convertían en negros y grises. Miraba mi reflejo con una mezcla de asco y
desprecio y no podía evitar golpear con mis manos el cristal, no veía
la sangre correr por mis muñecas, no oía los gritos de Jamie, ni sus
amenazas por tirar la puerta abajo, lo único que oía era la risa de Zayn
en la cafetería, y lo único que veía era el beso, ese beso que había
echado abajo todo lo que yo había construido. De repente sentí como las
piernas me fallaban y el cansancio me podía, me dejé caer en el suelo y
sentada quité el pestillo y abrí la puerta con alguna dificultad, Jamie
entró como un rayo y se echó las manos a la cabeza.
-¿Qué has hecho Andrea?
No
le podía contestar, me mantuve inmóvil, no movía ningún músculo, lo
único que hacía era respirar y porque no tenía la fuerza necesaria para
dejar de hacerlo. Jamie abrió el botiquín y sacó mil cosas. Empiezó a
desinfectar las heridas con cuidado, para lo grandes que eran no me
dolían demasiado.
-¿Qué ha pasado Andrea?
-Llévame lejos, por favor
Dejé que mi cabeza cayera sobre su hombro
-¿Lejos?
-Sí, quiero estar sola, y ahora vendrán las chicas y…
-¿Las chicas? Pero si están en España
Cierto,
que fallo, no me acordaba de eso. Las chicas habían ido a ver a sus
familias y se habían llevado a Patricia, yo me quedé a esperar a Zayn y…
-Venga, vamos al desván
Sin
darme cuenta Jamie me ha vendado desde la punta de los dedos hasta
pasada la muñeca. Me besó la cabeza y me abrazó con fuerza mientras
subíamos al desván. Nos sentamos cada uno en una de las camas, era
incapaz de mirarle a los ojos, algo dentro de mí hacía que me
avergonzara de lo que había hecho.
-¿Qué ha pasado?
Cogí
aire despacio, no quería llorar. Poco a poco se lo conté todo, de vez
en cuando se me iba la voz y me daban ganas de tirarme al suelo y
patalear pero mantuve la compostura, y al final del relato la cara de
Jamie me transmitió desprecio. De repente se levantó bruscamente y cogió
la chaqueta.
-¿Dónde vas? –Le pregunté desconcertada
-A buscarle
Me
levanté de un salto y me puse delante de él impidiéndole salir, no me
quité de enfrente suyo, apoyé cada una de mis manos en un lado de la
puerta e imité sus pasos.
-Quítate Andrea
-No
Forcejeamos un poco y en un acto reflejo me agarró las muñecas y no pude evitar emitir un sonido en signo de dolor.
-Lo siento lo siento lo siento
Apreté
fuerte los dientes y le empujé dentro de la habitación. Nos sentamos en
la cama y me abrazó fuerte, me reconforta saber que le tenía ahí para
lo que necesitase. De repente oímos como golpeaban fuertemente la puerta
de la calle y gritaban mi nombre a los cuatro vientos.
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